Latinoamérica,
históricamente se ha caracterizado por grandes fracasos gubernamentales,
dictaduras, convulsiones sociales, corrupción, entre otros fenómenos, generados
por supuestos políticos con gestiones deprimentes que han empobrecido a sus
ciudadanos y todo bajo el diagnostico de aquella famosa enfermedad llamada
“Populismo”.
Cuando
se pensaba que América latina estaba preparada para dar un zarpazo a esa mala
fama política, que hace parte de sus características, surgió un evento que lo
detuvo de manera brusca, y fue la llegada de la izquierda resentida al poder en
Venezuela, por allá en el año 1998, figurado este momento con la llegada de
Hugo Chávez al poder.
Algunos
intelectuales de la política, predijeron con firmeza el poder hegemónico que
este golpista que llegó al poder por obra de la democracia, iba a tener y a
usar en detrimento de la región, pero para otros esto era casi imposible, para
los que creían que Hugo Chávez no complicaría a Latinoamérica, resaltaban que
la misma democracia que lo subió al poder, lo bajaría, y no fue así.
Con
premeditación, Chávez puso en marcha un plan de conquista en América latina,
enamorando a las sociedades con aquellos políticos putrefactos de la izquierda
desvanecida en cada nación, utilizando a los recursos venezolanos como la caja
chica y el cheque sin fondo de estos
procesos de cambios profundos, cabe destacar que este Chávez conquistador, nace
luego del golpe de Estado que sufrió en abril del año 2002, desde ahí, es donde
se muestra con detalles su verdadera personalidad.
En
presencia de la mayor bonanza petrolera de Venezuela, Hugo logró revertir en
toda la región, cualquier resultado distinto al que no hiciera ganador a una
opción de izquierda, por eso logramos ver a la mitad del continente americano,
sumergido en una coalición de gobiernos socialistas.
La
ventana que se iba a abrir con el tiempo, era que estos personajes vendían un
proyecto de hipnosis política que tendría vida corta, debido al inminente
fracaso del engaño socialista, fracaso que se iba a denotar con el
empobrecimiento sistemático de la sociedad y el sistemático deterioro de la
democracia.
Sin
embargo, el ansiado sueño de conquista latinoamericana por parte del
pensamiento socialista del siglo XXI, no sólo se basaría en buscar unificar a
las naciones latinas, sino también lograr fusionarse con potencias interesadas en
la región que consintieran la utopía de su ideología política, al igual que, buscar
apoyo y lealtad en grupos organizados ligados al narcotráfico y grupos
terroristas, buscando así, conformar un bloque fuerte preparado para cualquier
eventualidad.
La
peste de Latinoamérica, que tuvo su génesis con la llegada de Hugo Chávez,
vivió momentos de éxito total, de éxtasis, de bonanza, de embriaguez de éxito
político, logrando dejar como producto de ello, el record de los casos de
corrupción y desvío de recursos más grandes y escandalosos de la historia
mundial, dejando a la América latina, embargada y deprimida, con serios y
profundos problemas en todos los ámbitos.
Para
celebración de la región y el mundo, aquel militar golpista, traidor y
resentido se desvaneció, muere en el año 2013 y América latina respiró. Tras la
muerte del utópico nuevo libertador, la política latinoamericana comenzó a dar
un giro de 180º, tratando de dejar atrás a su peor página, tratando de
hacer frente al enfermizo populismo del
cual se sufre.
Los
gobiernos de las naciones latinas, comenzaron a cambiar de curso y sus
ciudadanos decididos a un nuevo despertar, iniciaron la recuperación de los
espacios a través de la democracia, ¡Claro! nada fácil, pero de paso en paso se
logran grandes cambios.
Vimos
la felicidad de una Argentina saborear el cese del Kirchnerísmo, a un Ecuador
celebrar el cese del Correísmo, a un Perú celebrar la llegada de la
socialdemocracia, entre otros casos determinantes, que anunciaban un renacer de
Latinoamérica.
Hoy
por hoy, la región se ve sumergida en repetidas convulsiones sociales que
conllevan de manera directa, a convulsiones políticas y económicas, muchas de
estas dirigidas y provocadas por aquellos que causaron el deterioro de esta
parte del continente, claro está, Hugo Chávez falleció, pero aún no ha
fallecido el nefasto sistema que dio inicio a la peste latinoamericana y hasta
que en Venezuela, donde fue el génesis, no se produzca un cambio, difícilmente
se mantendrá una conducta de tranquilidad en la región.
Todo
el caos que hoy atraviesa América Latina, es producto de un deterioro
sincronizado que generaron sistemas de gobiernos socialistas de manera simultánea,
alimentados por la hegemonía de un hombre que quiso dividir a nuestro
continente desde el odio y el revanchismo.
Las
turbulencias que se perciben en nuestras sociedades, y los daños indiscutibles
que han sufrido nuestros países, son bastantes profundos, estos sistemas
empobrecieron a la población no sólo de manera económica, sino también la
mediocrizaron para hacerla pobre de dignidad, buscando el control máximo de la
misma, desde la esperanza en un Estado paternalista que según todo lo da y todo
lo puede.
Esa
mala costumbre de nuestra sociedad, de esperar a un mesías o a un Estado súperpoderoso
que todo lo resuelva, que si bien es una costumbre enseñada por gobernantes
del pasado, es lo que nos ha llevado a este triste capitulo, así como podemos
ver las fuertes críticas que resultan en contra de gobiernos distintos a la
izquierda, donde el ciudadano pretende que todos los problemas sean resueltos
por obra de magia, sin entender el daño tan profundo que se desea superar.
Por tal razón, también logramos presenciar extraños resultados en eventos electorales como el
que ocurrió en México, donde Andrés Manuel López Obrador llegó al poder,
utilizando un mismo discurso despótico e improvisado como el de aquel hombre
que generó la peste en nuestro continente; así como el acercamiento de Keiko Fujimori en los comicios electorales en el Perú o la consulta primaria en la Argentina, esto sin duda, nos debe llamar la atención.
Es
por ello que, los cambios de conducta en nuestros políticos es determinante, a
la sociedad no sólo se le debe conversar de lo bueno y lo malo, también se le
debe predicar desde los hechos, y cuando digo esto, me refiero a que es imprescindible que
nuestros políticos y próximos mandatarios, le hablen con la verdad a nuestros
ciudadanos y no les defrauden, no les roben, no les engañen, porque sin duda
alguna, a veces podemos distorsionar nuestra comprensión política por una gran decepción.
El
gran reto de América latina, es lograr superar esta tragedia que acabó con el
sueño de muchos y destruyó la esperanza de otros; el reto está en entender que
cada nación cuenta, es indispensable y que la libertad no se negocia. El reto
está, en lograr una sociedad más consciente y clara, producto de una clase política
justa, democrática y obsesionada por la verdad, que contrarreste el efecto que
el populismo genera en nuestro continente y así, poder dar cura a la peste de Latinoamérica.
Abg. James Rivas
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