jueves, 3 de octubre de 2019

La peste de Latinoamérica. Por James Rivas


Latinoamérica, históricamente se ha caracterizado por grandes fracasos gubernamentales, dictaduras, convulsiones sociales, corrupción, entre otros fenómenos, generados por supuestos políticos con gestiones deprimentes que han empobrecido a sus ciudadanos y todo bajo el diagnostico de aquella famosa enfermedad llamada “Populismo”.

Cuando se pensaba que América latina estaba preparada para dar un zarpazo a esa mala fama política, que hace parte de sus características, surgió un evento que lo detuvo de manera brusca, y fue la llegada de la izquierda resentida al poder en Venezuela, por allá en el año 1998, figurado este momento con la llegada de Hugo Chávez al poder.


Algunos intelectuales de la política, predijeron con firmeza el poder hegemónico que este golpista que llegó al poder por obra de la democracia, iba a tener y a usar en detrimento de la región, pero para otros esto era casi imposible, para los que creían que Hugo Chávez no complicaría a Latinoamérica, resaltaban que la misma democracia que lo subió al poder, lo bajaría, y no fue así.

Con premeditación, Chávez puso en marcha un plan de conquista en América latina, enamorando a las sociedades con aquellos políticos putrefactos de la izquierda desvanecida en cada nación, utilizando a los recursos venezolanos como la caja chica  y el cheque sin fondo de estos procesos de cambios profundos, cabe destacar que este Chávez conquistador, nace luego del golpe de Estado que sufrió en abril del año 2002, desde ahí, es donde se muestra con detalles su verdadera personalidad.

En presencia de la mayor bonanza petrolera de Venezuela, Hugo logró revertir en toda la región, cualquier resultado distinto al que no hiciera ganador a una opción de izquierda, por eso logramos ver a la mitad del continente americano, sumergido en una coalición de gobiernos socialistas.

La ventana que se iba a abrir con el tiempo, era que estos personajes vendían un proyecto de hipnosis política que tendría vida corta, debido al inminente fracaso del engaño socialista, fracaso que se iba a denotar con el empobrecimiento sistemático de la sociedad y el sistemático deterioro de la democracia.

Sin embargo, el ansiado sueño de conquista latinoamericana por parte del pensamiento socialista del siglo XXI, no sólo se basaría en buscar unificar a las naciones latinas, sino también lograr fusionarse con potencias interesadas en la región que consintieran la utopía de su ideología política, al igual que, buscar apoyo y lealtad en grupos organizados ligados al narcotráfico y grupos terroristas, buscando así, conformar un bloque fuerte preparado para cualquier eventualidad.

La peste de Latinoamérica, que tuvo su génesis con la llegada de Hugo Chávez, vivió momentos de éxito total, de éxtasis, de bonanza, de embriaguez de éxito político, logrando dejar como producto de ello, el record de los casos de corrupción y desvío de recursos más grandes y escandalosos de la historia mundial, dejando a la América latina, embargada y deprimida, con serios y profundos problemas en todos los ámbitos.

Para celebración de la región y el mundo, aquel militar golpista, traidor y resentido se desvaneció, muere en el año 2013 y América latina respiró. Tras la muerte del utópico nuevo libertador, la política latinoamericana comenzó a dar un giro de 180º, tratando de dejar atrás a su peor página, tratando de hacer  frente al enfermizo populismo del cual se sufre.

Los gobiernos de las naciones latinas, comenzaron a cambiar de curso y sus ciudadanos decididos a un nuevo despertar, iniciaron la recuperación de los espacios a través de la democracia, ¡Claro! nada fácil, pero de paso en paso se logran grandes cambios.

Vimos la felicidad de una Argentina saborear el cese del Kirchnerísmo, a un Ecuador celebrar el cese del Correísmo, a un Perú celebrar la llegada de la socialdemocracia, entre otros casos determinantes, que anunciaban un renacer de Latinoamérica.

Hoy por hoy, la región se ve sumergida en repetidas convulsiones sociales que conllevan de manera directa, a convulsiones políticas y económicas, muchas de estas dirigidas y provocadas por aquellos que causaron el deterioro de esta parte del continente, claro está, Hugo Chávez falleció, pero aún no ha fallecido el nefasto sistema que dio inicio a la peste latinoamericana y hasta que en Venezuela, donde fue el génesis, no se produzca un cambio, difícilmente se mantendrá una conducta de tranquilidad en la región.

Todo el caos que hoy atraviesa América Latina, es producto de un deterioro sincronizado que generaron sistemas de gobiernos socialistas de manera simultánea, alimentados por la hegemonía de un hombre que quiso dividir a nuestro continente desde el odio y el revanchismo.

Las turbulencias que se perciben en nuestras sociedades, y los daños indiscutibles que han sufrido nuestros países, son bastantes profundos, estos sistemas empobrecieron a la población no sólo de manera económica, sino también la mediocrizaron para hacerla pobre de dignidad, buscando el control máximo de la misma, desde la esperanza en un Estado paternalista que según todo lo da y todo lo puede.

Esa mala costumbre de nuestra sociedad, de esperar a un mesías o a un Estado súperpoderoso que todo lo resuelva, que si bien es una costumbre enseñada por gobernantes del pasado, es lo que nos ha llevado a este triste capitulo, así como podemos ver las fuertes críticas que resultan en contra de gobiernos distintos a la izquierda, donde el ciudadano pretende que todos los problemas sean resueltos por obra de magia, sin entender el daño tan profundo que se desea superar.

Por tal razón, también logramos presenciar extraños resultados en eventos electorales como el que ocurrió en México, donde Andrés Manuel López Obrador llegó al poder, utilizando un mismo discurso despótico e improvisado como el de aquel hombre que generó la peste en nuestro continente; así como el acercamiento de Keiko Fujimori en los comicios electorales en el Perú o la consulta primaria en la Argentina, esto sin duda, nos debe llamar la atención.

Es por ello que, los cambios de conducta en nuestros políticos es determinante, a la sociedad no sólo se le debe conversar de lo bueno y lo malo, también se le debe predicar desde los hechos, y cuando digo esto, me refiero a que es imprescindible que nuestros políticos y próximos mandatarios, le hablen con la verdad a nuestros ciudadanos y no les defrauden, no les roben, no les engañen, porque sin duda alguna, a veces podemos distorsionar nuestra comprensión política por una gran decepción.

El gran reto de América latina, es lograr superar esta tragedia que acabó con el sueño de muchos y destruyó la esperanza de otros; el reto está en entender que cada nación cuenta, es indispensable y que la libertad no se negocia. El reto está, en lograr una sociedad más consciente y clara, producto de una clase política justa, democrática y obsesionada por la verdad, que contrarreste el efecto que el populismo genera en nuestro continente y así, poder dar cura a la peste de Latinoamérica.
Abg. James Rivas

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