Aunque el tiempo de navidad
sea distinto según cada idiosincrasia, el merideño y el venezolano por su lado
acostumbra a pasarla en familia y con sus seres queridos, disponiendo el tiempo
en la hechura de hallacas, platos navideños y compra de juguetes, pero vaya,
este año parece ser la excepción.
Luego de ver el resultado de
políticas anacrónicas y desaciertos del gobierno nacional, en cuanto a la
economía se trata, o bueno, en todos los ámbitos, vemos como el bolsillo del
venezolano y el merideño cada día se ha visto más golpeado y empobrecido, este
año 2016, el llevar una hallaca o un pan de jamón a la mesa de comer ha sido
una hazaña y un reto gigantesco para cada ciudadano, debido al poco liquido
monetario que existe, a la fallas de los puntos de venta o sencillamente por la
falta del bolívar que ha generado los precarios aumentos de salario, esto se ha
hecho casi que imposible.
Cuando vemos con ojos de
asombro el alto valor de las cosas y se calcula el valor de la cesta básica nos
provoca salir corriendo, simplemente, porque tal vez nos hace falta una varita
mágica para dar solución a los gastos de nuestra navidad.
Los niños siguen siendo el
blanco más débil y susceptible de esta crisis navideña, donde a los padres, si
les quedo cuesta arriba llevar una hallaca a la mesa, les quedara mucho más
inalcanzable el llevar el detalle de navidad, debiéndose a dos razones, la primera
que tenemos a un san “Nicolas” ladrón de juguetes en Miraflores, que se vale de
robar a distribuidoras como Kreisel
según “por acaparamiento” y prometiendo entregar los juguetes a los niños, pero
generando en nosotros una pregunta “Epa
Isidoro, ¿y dónde están los juguetes?”, y la otra razón es una realidad, el
bolsillo se queda corto cada vez que puede, debido a que la inflación y el alto
costo de la vida venezolana son las realidades más salvajes que vive el país.
Sin duda este tiempo es una navidad atípica, donde el merideño y el
venezolano se ha dispuesto a esperar al niño Dios, solo con anhelo y esperanza,
ya que el mayor porcentaje de la población no le alcanzó para conmemorar la
llegada del niño Jesús con su típica cena navideña, pero más allá de eso,
hagamos un paseo por los hospitales de nuestra ciudad y del país y veremos como
nuestros niños y nuestros adultos se están muriendo por falta de su real cena
de navidad, los medicamentos.
El cinismo de los rojos es
infinito, ya que vemos como el gobierno vive en un país distinto al que vivimos
la mayor parte de los venezolanos, ellos viven en un país donde no hace falta
nada, donde hay juguetes como arroz, donde el dinero no es una preocupación y
donde más de 10 platos navideños son las opciones que les pone el Chef de la
casa, y es sencillo discernir el por qué, y
sencillamente porque se han dispuesto durante sus mandatos a robar y a
desangrar a nuestro país, viviendo felices y comiendo alegres con el dinero de
los venezolanos.
James Rivas UNT
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