La historia que trataré de contar a
continuación, es el relato que con lágrimas en sus ojos, me comentó un querido
amigo que, hoy por hoy, gracias a su constancia y fe en Dios está en Chile,
luchando por su familia y por sí mismo, anhelando y deseando locamente volver
al país de la nobleza y del calor humano, Venezuela.
Este gran venezolano, como muchos
en el exterior, en nuestro país es un gran atleta de alto rendimiento,
profesional y con un carisma incomparable, acá en Venezuela es todo un
personaje, además es uno de los mejores en su profesión, pero como todos los
venezolanos, estaba ahogado por la crisis y asfixiado por no poder ver una solución
que traiga el oxígeno al país.
Hace algunos meses decidió, como lo
hacen miles de venezolanos a diario, partir de esta tierra noble y humilde como
lo es nuestro país, y como he venido diciendo en anteriores artículos, no son
cobardes los que se van, en la mayoría de las ocasiones, sólo son valientes
cansados. Este joven, una buena noche recibió de parte de un amigo, que en
medio de la fiesta del momento, sacó de su bolsillo 120 dólares, con lo cual
decidió partir.